47 días de confinamiento estricto en Sigüés.

El dos de mayo, primer día en el que se iba a poder pasear en Sigüés, amaneció envuelto en una niebla inusualmente densa para la época. Era un claro recordatorio de lo que habíamos vivido en la localidad durante 47 días. No ver más allá de nuestras ventanas. No salir sino era a comprar el pan.


Un confinamiento riguroso e injusto para una localidad donde en invierno no se llega a los sesenta habitantes y donde, con confinamiento o sin él, es difícil saludar a un vecino por sus calles, es una verdadera suerte encontrarse a alguien por un camino y es un auténtico milagro hacerlo en el monte.

La Guardia Civil ha sido fiel acompañante durante estos casi cincuenta días y, sin duda, ha contribuido a que nuestro confinamiento lo haya sido en toda regla. Nos ha tratado a sigüesanas y sigüesanos como si fuésemos ciudadanos de primera, ya que nos invitaban continuamente a comportarnos como si viviésemos en alguno de los más populosos barrios de Zaragoza o Pamplona. Un retraso en el pan, la osadía de sentarse en un bancal, dar una vuelta de más a la casa tras echar la basura, estirando así unas piernas octogenarias, eran reglamentaria y puntualmente amonestados. Si el tiempo acompaña, lo que dé la huerta de Sigüés este verano tendrá el delicioso sabor de la clandestinidad.

Las vecinas y vecinos de Sigüés, no obstante, han respetado las normas dictadas por el Gobierno con auténtico espíritu solidario y han superado con sobresaliente esta dura y larga etapa. Un aplauso para todos ellos.

Publicado porMikel Belasko en 9:26  

1 comentarios:

Juana dijo... 10 de mayo de 2020, 17:14  

Cuanto celo en verdad, es lo que tiene no desear usar el criterio propio y creer a pies juntitas lo que desee lejos se decreta. En fin, se han ganado la soldada. Bravo por los vecinos. Gracias Mikel! Nos vemos pronto.

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