Esquiladores en Sigüés


Publicado por anónimo en ForoCiudad el 9 de mayo de 2010

Estas eran fechas (mayo) en las que, en ciertas casas del pueblo, volvían a estar con un poco más de faena: era la época del esquileo de las ovejas.

Venían una cuadrilla de esquiladores (unos diez hombres) que procedían de Extremadura y Castilla la Mancha; recorrían los pueblos con sus enormes tijeras , sus polainas que les subían por encima de las rodillas y su hato hecho con un gran pañuelo donde llevaban la ropa de "mudar". Todavía recuerdo con un poco de temor el inconfundible ruido de las tijeras.

En el pueblo había muchas casas que tenían ovejas: Melero, Burro, Ortiz, Lampérez, Sánchez, Soro (éstos más de cabras), Ricardo, Remondearagón, Lachesa, Osia...; el número de cabezas variaba de unas casas a otras. Cuando las ovejas a esquilar eran pocas, los esquiladores se dividían en dos grupos.

El trabajo comenzaba pronto por la mañana, pues los animales no podían estar todo el día sin salir a pastar y encerradas en el corral. Los hombres de la casa les iban alcanzando las ovejas con las patas atadas para que no se escapasen; poco a poco cortaban con gran habilidad el manto que las cubría y les iban soltando las patas; éstas, una vez esquiladas, las soltaban del todo y les daban un pequeño golpe para que saliesen de la "modorra" del ajetreo llevado; parecía que habían pasado por una dieta de adelgazamiento "superrápida.

Otros, recogían los mantos de lana y los metían en sacos que luego se les daría diferente utilidad.
Por la mañana tomaban un "tentempié" de anis con galletas o tostadas; más tarde el almuerzo: magras con tomate y huevos fritos; al mediodía la comida más abundante: potaje, ración, postre, café y copa. Con algunos ganaderos comían en el corral o la era; sin embargo en otras casas compartían la mesa con sus moradores.

El olor de los corrales, grasas, etc, impregnaba el ambiente junto con el sudor del trabajo; pero no había tiempo que perder, ni posibilidades de asearse en condiciones; aún viene a mi memoria, en estas fechas, el recuerdo de esos olores...

Cuando a alguna oveja le daban un corte, esa herida se la desinfectaban con ceniza.

El pago era un tanto por cabeza.

Los domingos se aseaban los esquiladores, se cambiaban de ropa para relacionarse con la gente y bailar con las mozas del pueblo; eran heraldos que narraban historias y hechos de los lugares de donde procedían o recorrían.

La calidad del manto de la lana era diferente; los mejores, que tenían las mechas más largas, se apartaban para hacer los colchones de las novias que iban a casarse, bien en la casa, bien de otras que les hubiesen pedido; pero también para completar colchones de los propios, colchas o para hilarla y hacer calcetines, jerseis, etc...; la demás se vendía a laneros que venían de Cataluña en busca de la materia prima para sus textiles.

Antes de utilizarla, la lana se lavaba en el río, luego se ponía a secar en los arbustos. Más tarde venía el proceso de cardarla(esponjarla) de diferente manera según el uso que se iba a hacer de ella.

Se les despojaba de su ropaje a estos animales, antes del verano, para aliviarles del calor.
Hoy, con las maquinillas eléctricas, el proceso es mucho más rápido, cómodo y con menos molestias para los animales. Pero mi escrito no es mas que para reconocer la labor de unos hombres que dejaban sus familias y sus tierras en busca de un medio de subsistencia para ellos y los suyos en espacio y condiciones poco salubres.

Publicado porMikel Belasko en 10:40  

0 comentarios:

Publicar un comentario