San Babil: 24 de enero.

La fuente anónima del Foro sigue dejando curiosidades del máximo interés. En este caso, San Babil.

Le cedemos la palabra:

San Babil parece ser que fue un obispo de Pamplona que se trasladó a Toledo; de allí a Villaviciosa de Odón, cerca de ahí vivió como ermitaño en Boadilla del monte y murió el treinta de octubre de 815 martirizado.
En algunas poblaciones también celebran hogueras en su honor como en Ricla; otras como Ambel, Quintanilla del Olmo asimismo lo veneran; Sangüesa, Puente la Reina-Santa Engracia tienen ermitas dedicadas a San Babil, incluso colegios públicos como el de Ablitas.
Como veis es un santo que, por esta zona, es conocido y venerado y no sólo en Sigüés.
Aquí la tradición se pierde en el tiempo y no sabemos quién o a qué es debido el que todos los veinticuatro de enero celebremos y nos regocijemos con su fiesta; lo que vamos a tratar es el cambio producido, o cómo se festejaba hace muchos años.
La hoguera de S. Babil, no se preparaba como se hace ahora; ésta empezaba a fraguarse desde que empezaban la escuela en septiembre. Cuando salían de clase por la tarde o los días sin ella, los mocetes cogían sus hachas y se iban a Castiello, Ujás o el Espiso a cortar "samantas" (las más de las veces enebros y sabinas). Esta labor era exclusivamente masculina ya que estas armas blancas no las debían portar las féminas... Una vez cortadas, las acarreaban arrastrándolas hasta el corral de Maximina Regalau o el de Perucho donde se iban acumulando.
La víspera de la hoguera, a los mocés y mocetas de la escuela nos daban fiesta, para transportar las "samantas" hasta la plaza y recorrer el pueblo en busca de todos los útiles estropeados o inservibles para ser quemados en ella: capazos, honganetas, sillas...; una vez apiladas todas las cosas, los hombres montaban la pira. Después de comer, se prendía (y se prende) fuego; repicaban las campanas a toque de arrebato para avisar al personal; era el momento de mayor desasosiego para los propietarios de las casas de alrededor de la plaza.
Poco a poco la plaza se iba llenando, sobre todo de hombres, que cerraban el círculo de la hoguera y allí se cortaba el pan para hacer las tostadas de ajo o se asaban las patatas. El vino, aportado por el Ayuntamiento, ayudaba a rebajar estos manjares; pero algunos encontraban las calles muy estrechas cuando tenían que volver a casa...
Cuando la leña se había consumido y las brasas estaban en su punto, las mujeres salían con sus braseros en busca de las rojas ascuas que calentarían sus pies o sus camas.
Algunos mozos hacían alarde de valor delante de las mozas, saltando por encima de los "rescoldos"; pero algún "patarieco" se quedaba a medio camino sufriendo los consiguientes "chucarraus" en zapatillas o pieles...

Publicado porMikel Belasko en 21:03  

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